Alemania sucedió a España como campeona del mundo del baloncesto y conservó la corona en una cabeza europea. El conjunto que dirige Gordie Herbert, técnico canadiense de 64 años, venció a Serbia por 83-77 en la final disputada en Manila, hizo cima por primera vez en un Mundial y reforzó el poder continental frente a Estados Unidos, que ni siquiera pudo contentarse con el bronce al perder frente a Canadá por 118-127. Los dos últimos campeones mundiales son europeos, como lo es el entrenador del tercer clasificado, el catalán Jordi Fernández. Alemania, bronce en el pasado Eurobasket e invicta este verano, tocó el cielo con 28 puntos de Schröder, el base que sustituyó a Ricky Rubio como el MVP del torneo. Le acompañaron en el quinteto ideal Shai Gilgeous-Alexander (Canadá), Anthony Edwards (EE UU), Bogdan Bogdanovic (Serbia) y Luka Doncic (Eslovenia). Gran triunfo también de Serbia, que sin estrellas como Nikola Jokic y Micic mordió una plata que vale además el billete directo para los Juegos Olímpicos. Svetislav Pesic volvió a armar a los 74 años un bloque de una gran fiereza competitiva liderado por Avramovic y Bogdanovic.
Serbia había saboreado las primeras ventajas, afilada con la muñeca de Marinkovic y Nikola Jovic, mientras Schröder tomaba el volante para mover una orquesta de buenos solistas. El conjunto de Pesic exhibía repertorio por dentro y por fuera, amenazante siempre desde el perímetro, e hizo suyo el primer cuarto (23-26) pese a la lesión de Dobric. La cita era una señora final, con las dos selecciones con mucho balón compartido, chisposas en el triple, una anotación alta y las estrellas reclamando su minuto de gloria. Al omnipresente Schröder, que igual dirige que ejecuta, le escoltó Franz Wagner y al dúo le respondió el despertar de Bogdan Bogdanovic y las valientes penetraciones de Serbia en dirección al aro germano. Los dos grupos apretaban a fondo en defensa y ataque y el encuentro se movía en el cuerpo a cuerpo y rentas muy pequeñas. El empate a 47 en el descanso era el mejor reflejo de una final digna de una Copa del Mundo. Dejar por el camino a Estados Unidos y Canadá ya hablaba de dos combinados de acero.
Los técnicos apretaron las clavijas de la defensa como camino hacia el oro. En cinco minutos del tercer cuarto, apenas un parcial de 8-6 favorable a Alemania, lejos de esa alegría ofensiva del primer tramo del encuentro. Cada posesión era un ejercicio agónico para el que atacaba y para el que defendía. Costaba tejer cada pase y en cada rebote había un choque de trenes. El equipo alemán asomó entonces una cabeza por encima (62-53) porque corría a placer, era solidario en el pase y Schröder no cedía ni un segundo. A Serbia le costaba conectar a Bogdanovic, no encontraba rendijas para morder en ataque y empezó a entrar en esa espiral de protestas a los árbitros. Ni siquiera le funcionaba al grupo de Pesic el recurso de los triples y fallaba además los tiros libres. Un 9-0 dio el mando del encuentro a los alemanes y un parcial de 22-10 parecía decantar la balanza.
Serbia precisaba canastas fáciles, volver a quemar suela de zapatilla. Arañó así algunos puntos, pero seguía a merced de Alemania, que dejó escapar viva la presa cuando podía darle el golpe definitivo. Un triple de Avramovic abrió otra vez el partido (73-69). El balón seguía pese a todo en manos de Schröder, un témpano por su capacidad para manejar el ritmo del encuentro. El base alemán, sin embargo, falló en el tiro y otra vez Avramovic lideró a Serbia en el intento final de remontada (78-75 a falta de 1m 21s). Schröder se jugó el destino en el uno contra uno y cimentó así el oro de Alemania.
La fiesta europea cerró un Mundial que dejó a Estados Unidos otra vez fuera de lo más alto. “Ya no estamos en 1992″, resumió el seleccionador Steve Kerr en referencia al arrollador Dream Team de los Juegos de Barcelona. Es cierto que las grandes figuras de la NBA renunciaron a participar este verano, pero también que el técnico de los Warriors alistó a un grupo de 12 jugadores de primer nivel como Austin Reaves y Anthony Edwards, aunque fueran novatos en una gran cita de selecciones. El cuarto puesto con el que Estados Unidos vuelve a casa, unido al séptimo escalón de China 2019, supone el peor paréntesis de resultados mundialistas desde que los estadounidenses dejaron de competir con chavales universitarios.
De este campeonato regresan con tres derrotas en la mochila, frente a Lituania, Alemania y Canadá, dos ante equipos europeos y una última contra su vecino del norte. El conjunto canadiense ató su primera medalla en un Mundial en un duelo con marcador NBA y después de superar una prórroga tras el empate a 111 con un milagroso triple del estadounidense Mikal Bridges. Brillaron de nuevo Dillon Brooks (39 puntos, cuatro rebotes y cinco asistencias) y Shai Gilgeous-Alexander (31, seis y 12) y el técnico español Jordi Fernández dio otro gran paso al frente en su carrera, que a los 40 años ya luce con el cargo de primer asistente en Sacramento Kings y ahora con este bronce. Otro europeo en la cumbre.
ALEMANIA, 83; SERBIA, 77
Alemania: Schröder (28), Obst (7), Franz Wagner (19), Theis (2) y Voigtmann (12) -quinteto inicial-; Bonga (7), Giffey (0), Lo (0), Thiemann (0) y M. Wagner (8).
Serbia: Bogdanovic (17), Dobric (0), Nikola Jovic (9), S.Jovic (2) y Milutinov (2) -quinteto inicial-; Avramovic (21), Davidovac (2), Guduric (4), Marinkovic (9) y Petrusev (10).
Parciales: 23-26, 24-21, 22-10 y 14-20.
Árbitros: Roberto Vázquez (Pur), Omar Bermúdez (Mex) y Gatis Salins (Let).
Pabellón Mall of Asia, en Manila (Filipinas).
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