Carlota Ciganda encuentra en su tierra navarra, en Larraintzar y Ultzama, la paz para cerrar una temporada muy agitada. La golfista de Pamplona, de 33 años, tocó el cielo cuando en septiembre se coronó con Europa en la Solheim de Finca Cortesín (Málaga), la primera vez que el torneo pisaba España. Ciganda embocó el putt decisivo, se doctoró como líder y se hinchó de confianza para su gran reto, convertirse en la primera española en ganar un grande. La actual número 29 del mundo ha quedado 10 veces entre las 10 mejores. Ahora cree que ha llegado su momento.
Pregunta. ¿Cómo se coló el golf en una familia futbolera?
Respuesta. Yo tenía cinco años. Jugaba al fútbol y al frontón. Vengo de una familia de mucho deporte. Mi tío era futbolista [Cuco Ziganda jugó en Osasuna y Athletic] y mi padre jugaba a todo. El golf llegó porque vivíamos en Larraintzar, un pueblo de 120 habitantes, y cerca estaba el Club de Golf Ultzama. Mi padre iba con sus amigos y yo les acompañaba. Tenía un hierro siete pequeño con el que iba dando golpes por ahí.
P. ¿Y cómo fue crecer en un pueblo de 120 habitantes?
R. Una maravilla. Me encanta volver allí, la paz, la tranquilidad. En una ciudad grande, con el tráfico, me agobio enseguida. Estábamos mucho tiempo en la calle, en la plaza, corriendo, en el frontón, en el golf. Era una vida muy sana.
P. ¿Iba a ver a su tío Cuco al fútbol?
R. Recuerdo ir a verle en el Athletic. En la temporada 97-98, cuando yo tenía siete u ocho años. Tengo una foto con los primos y él en el césped de San Mamés antes de un partido. Me encanta la afición, la filosofía y la historia del Athletic, cómo luchan, lo bien que se llevan. Y soy navarra y el polo rojo que llevo los domingos es por Osasuna, por la garra, la sangre. Yo jugué dos años al fútbol sala en un equipo de chicos. Arriba, de delantera. Más de 100 toques seguidos le daba al balón. Soy habilidosa y tengo buena coordinación.
P. ¿Sus referentes?
R. Mi tío siempre ha sido un gran ejemplo. Muy trabajador. Se ha superado y cuidado mucho toda la vida. ¿Ídolos? Rafa Nadal y Tiger, y Suzann Pettersen por su poder y determinación. De españoles, Sergio García y Olazabal. Seve no llegué a verle, era muy pequeña.
P. ¿El frontón le ayudó a ganar fortaleza y velocidad para el golf?
R. Sí. Siempre de pequeña he estado mucho con chicos y ellos le pegaban más fuerte a la bola. Yo quería darle como ellos, siempre quería más, y desarrollé esa velocidad.
P. ¿Eso le hizo competitiva?
R. Sí, siempre he sido así. Los Ciganda somos muy competitivos, no nos gusta perder. Cuando juego lo doy todo en cada golpe, no hay amigos. Ahora he cambiado un poco, pero de pequeña me enfadaba mucho, tiraba los palos y mi padre me mandaba a la casa club. Mal, mal. Con los años me he dado cuenta de que si me enfado le doy ventaja a las demás. Ya no pierdo esa energía. Si pierdes el control, el golf te vuelve loca. Es muy mental.
P. ¿Es usted muy exigente?
R. Sí, me exijo mucho, cada vez más. Me gusta mucho lo que hago y me gusta mejorar en todo. Tengo un equipo bueno con mi entrenador, Jorge Parada, mi caddie, Álvaro Alonso, tengo una fisio en el tour… me ayudan a ser mejor y yo a ellos les exijo mucho. Es la única manera. En golf competimos 140 jugadoras cada semana, hay muchísimo nivel, y lo normal es perder.
P. ¿Cómo es en el campo?
R. Agresiva, muy competitiva. La gente dice que me ve tranquila, es lo que parezco, pero por dentro llevo la garra, soy muy luchadora, lo doy todo. Me encanta competir. Fuera del campo me gusta pensar lo que hago, intento no precipitarme, me gusta escuchar más que hablar. Soy introvertida. Luego en el campo me transformo. La tensión va por dentro.
P. ¿Qué entrenamiento mental hace?
R. Llevo bastante tiempo hablando con Javier Iriondo. Me he leído sus libros. Cuando me leí el primero estaba en un mal momento porque murió mi entrenador, Rogelio Echeverría, en 2014. Hoy me ayuda mucho a gestionar las emociones en el campo, técnicas de respiración y meditación, visualizar… Ese tema me encanta. La mente diferencia a los buenos de los mejores del mundo. Tienen un plus. Es muy importante y más en un deporte como el golf. Yo me exijo dar el cien por cien cada día.
P. Suma dos victorias en el circuito americano en 2016. ¿Qué le ha faltado en estos siete años?
R. Estoy cerca. Llevo dos años acercándome en los grandes; hace dos temporadas en el Evian y esta en el PGA he sido tercera. Si estoy ahí, la victoria tiene que llegar. No me obsesiona porque la carrera que tengo es buena, mucha consistencia, mucho top ten, este año he sido la décima en media de golpes. Falta esa victoria en un grande. Estoy preparada para ello, los próximos años puede llegar. Estoy con confianza, los campos de los grandes me van bien, le pego fuerte y me gusta ese desafío mental. Estoy lista, tengo el juego para ganar un grande. Y la experiencia ayuda mucho. Llevo 12 años de profesional. Estoy más tranquila y eso es una ventaja.
P. ¿Qué le ha cambiado la Solheim?
R. Fue increíble, un sueño hecho realidad, jugarla en España delante de mi gente, mi familia. Acabar con el putt en el 17… no podía haberlo imaginado mejor. Como persona no me ha cambiado. Sí me da confianza para el futuro. Le gané a Nelly Korda con toda esa presión el último día. Le gané a Lilia Vu, número uno del mundo, el sábado por la mañana y por la tarde. Sé que tengo la calidad de las mejores, ahora tengo que mantenerlo en el tiempo. Además, la Solheim saca lo mejor de mí: jugar en equipo, por algo más grande que yo. Lo disfruté.
P. ¿Qué sintió al meter el putt de la victoria?
R. Muchísima alegría y euforia. Metí el putt, tiré el palo y me abracé con mi caddie y con las compañeras. En el 16 todo el mundo gritaba mi nombre. En el 17 de tee a green fue espectacular. Cuando metí el putt final fue el mejor momento de mi vida.
P. Rogelio, su primer entrenador, era de la vieja escuela, ajeno a las tecnologías. ¿Cómo ha cambiado?
R. Con Rogelio estuve desde los cinco hasta los 25 años, cuando se murió. Era de la antigua escuela, sí, era lo que él aprendió. Él hizo mi swing, me creó como jugadora, me dijo que llegaría a ser top ten mundial. Luego estuve un año sin entrenador porque me daba miedo cambiar, que me modificaran el swing, hasta que empecé con Jorge Parada, con el que llevo ocho años. Pasé del día a la noche. De estar con alguien muy tradicional, más antiguo, de creatividad y menos vídeo, a conocerme más ahora. Jorge es más técnico, de estadísticas. Es de los mejores entrenadores que hay en el mundo por todo lo que sabe. Ha sido un cambio muy grande. Soy la jugadora que soy por ellos dos.
P. ¿Qué opina de la marcha de Jon Rahm a la liga saudí?
R. Me da pena que Jon no compita con los mejores en el PGA Tour. Cuando te ofrecen tanto dinero y te hacen una oferta tan buena, es difícil decir que no. Es irrechazable. Le respeto mucho, le apoyo, le sigo y le deseo lo mejor. Sí me dará pena no verle jugar en el PGA Tour. Sin Jon, sin Sergio García… el que pierde es el espectador. LIV a mí no me acaba de enganchar. El golf está muy dividido.
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