El Banco Mundial (BM) quiere abrir una nueva era. Su presidente, Ajay Banga, pretende que la institución asuma también el objetivo de luchar contra el cambio climático. “Hoy el Banco Mundial tiene una nueva visión y misión: crear un mundo libre de pobreza en un planeta habitable”, ha afirmado Banga en el plenario de las reuniones anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, que se celebran en Marraquech. El máximo responsable del organismo asume el desafío que le venían reclamando la mayoría de sus accionistas, con Estados Unidos a la cabeza, y que el anterior presidente, David Malpass, se resistió a dar. Banga ha reclamado más financiación para que el banco sea “más grande”, también procedente de organizaciones filantrópicas. Y buscar nuevas vías para incrementar esos recursos. “Todavía nos quedaremos cortos. Necesitamos la escala, los recursos y el ingenio del sector privado”, ha remachado.
La llegada de Banga, el candidato de Joe Biden, a la institución nacida en la conferencia de Bretton Woods, en 1944, permitirán dar una nueva vuelta de tuerca su misión. Nacido con el objetivo de apoyar la recuperación tras la Segunda Guerra Mundial, ahora tiene el doble mandato de poner fin a la pobreza e impulsar una prosperidad compartida. Sin embargo, en los últimos años cada vez más países veían en el organismo con sede en Washington el instrumento necesario para poder avanzar hacia los objetivos del Acuerdo de París. Los países de rentas bajas, ahora ahogados de nuevo por la losa de la deuda, deben afrontar cada vez más catástrofes y episodios climáticos extremos. Los Estados más ricos creen que solo el sistema de bancos multilaterales tiene la potencia de fuego necesaria para proveer de fondos a esas naciones sin olvidar el objetivo de la reducción de la pobreza.
Para ello, sin embargo, Banga necesita que la institución pueda nutrirse de más recursos. “Nuestro Fondo de Bienes Públicos Globales fue diseñado para incentivar la cooperación transfronteriza y abordar desafíos compartidos. Pero, en el pasado, la financiación procedía únicamente de los ingresos del Banco Internacional de Reconstrucción de Desarrollo, lo que limitaba su potencial. Ahora estamos abriendo la puerta a los gobiernos y las organizaciones filantrópicas, que podrían generar recursos concesionales. Con esta mayor ambición y capacidad para cumplir nuestra nueva misión, creemos que este será un verdadero Fondo Planeta Habitable”, ha sostenido Banga.
Malpass, que había sido propuesto por Donald Trump, era reacio a llegar hasta ahí. Sus reticencias a admitir públicamente el cambio climático, además, le supusieron un alud de críticas. Según la entidad, en 2022 destinó 31.700 millones al cambio climático. La cantidad, según los analistas, está muy lejos de lo que se puede esperar de una potente institución con una tiple A. Un estudio elaborado por un grupo de expertos independiente bajo el encargo del G-20, además, fijó en tres billones de euros anuales el monto necesario para hacer frente al desafío climático. La secretaria del Tesoro de EE UU, Janet Yellen, ya se había marcado como objetivo a su llegada a Marraquech que el Banco Mundial asumiera ese rol. “Habrá cambios más amplios para integrar el clima en todas las operaciones del Banco Mundial”, anunció en una rueda de prensa Yellen, quien también abogó porque la institución se encargue también de brindar más apoyo “para aumentar la resiliencia ante las emergencias sanitarias globales”.
En Marraquech no han faltado voces críticas, procedentes de algunas organizaciones civiles con ese paso que quiere dar el Banco Mundial. Sin embargo, entre los accionistas del Banco Mundial cunde la convicción de que el cambio climático y los conflictos geopolíticos están detrás de la pobreza. Máxime en un mundo en el que, en palabras de los máximos responsables del FMI, los “shocks severos serán la nueva normalidad”. Y como muestra, los informes de la institución señalan que durante la pandemia y la guerra de Ucrania la extrema pobreza ha vuelto a repuntar, rompiendo la tendencia de las últimas décadas.
El Banco Mundial ha desplegado este año un conjunto de instrumentos que le permitirán aumentar su capacidad de préstamos en 157.000 millones de dólares en diez años. Sin embargo, Banga estima que esa cantidad aún es insuficiente. El grupo del G-20 recomendó movilizar todos los recursos posibles de los bancos multilaterales de desarrollo y el capital privado. De entrada, el Banco Mundial ha cerrado este mismo viernes un acuerdo con nueve bancos regionales —entre ellos, el BERD o el Banco Europeo de Inversiones— para coordinarse y amplificar su capacidad de financiación. Según estas entidades, las medidas puestas en marcha hasta ahora agregarán otra suma de entre 300.000 y 400.000 millones de dólares en una década. “Hay mucho que podemos hacer juntos”, ha sostenido Banga.
Estados Unidos también se ha comprometido a movilizar alrededor de 25.000 millones de dólares, que podrían llegar a 100.000 millones si otros países deciden unirse a la iniciativa. Sin embargo, Biden necesita que los republicanos accedan a desbloquear unos 2.250 millones de euros, que con apalancamiento podrían alcanzar esa cantidad. “Incluso con los gobiernos, instituciones multilaterales y organizaciones filantrópicas trabajando juntas, nos quedamos cortos. Necesitamos la escala, los recursos y el ingenio del sector privado”, agrega Banga, en referencia a las innovaciones financieras —garantías o capital híbrido— que quiere emplear para hacer acopio de más recursos. En resumen, aumentar el tamaño de la entidad. “Necesitaremos un banco más grande para aumentar nuestra capacidad de financiación y tomar más riesgos para alentar la inversión”, ha remachado.
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