El Armani le hizo un traje al Barcelona en el Palau. Se juntaron el hambre y las ganas de comer para apuntar la primera derrota del Barça en la Euroliga en su cancha después de más de un año. Sumergido en una mini crisis, después de las derrotas ligueras contra el Zaragoza y el Manresa, el Barça no pudo reaccionar contra un Milán plagado de bajas, entre ellas Nikola Mirotic, que estará al menos seis semanas fuera, y que sin embargo, le puso, “corazón, actitud y disciplina”, en palabras de Messina, su técnico, muy satisfecho con el juego de sus hombres. “La disciplina es la de renunciar en el final del partido a los lanzamientos triples, que si no los metes te hacen mucho daño, porque estás cansado”.
Clasificación de la Euroliga.
Eso al final, claro, porque al principio, el Milán corrió y lanzó desde fuera de la línea para conseguir una ventaja que el Barcelona no pudo neutralizar en todo el partido. Los primeros 12 puntos de los italianos llegaron desde el exterior, con Shields como punta de lanza de su equipo, indetectable a la hora de lanzar gracias a los bloqueos y la rapidez en los pases de sus compañeros. El 10-19 de salida desarboló al Barça, que quiso responder con la misma moneda, pero con muy poco acierto. A 3:08 para el final del primer cuarto, el Armani doblaba al Barça en el marcador (12-24). Un triple de Voigtman aumentó la diferencia que solo una tímida reacción local redujo hasta los 10 puntos (19-29) antes de que se agotara el tiempo.
En el segundo parcial apareció la figura de Laprovittola para intentar poner un poco de orden al desaguisado con un par de canastas inverosímiles, pero el manantial del jugador argentino se agotó enseguida, porque el Milán apretaba en cada jugada. Al descanso ganaba 40-51 el equipo de Messina, que había intentado 19 triples y anotado nueve.
Renunció a ello en el segundo tiempo, cuando parecía que el Barça salía con una marcha más, pero no aparecieron individualidades que lideraran la remontada. Intentó Satoransky ser protagonista, pero enseguida vieron los italianos que no era su día y le flotaron en los triples. Hizo pleno de fallos (0 de 4). Nadie más lo intentó. Cada vez que había un amago de reacción, surgía alguna sorpresa del Armani, casi siempre de la mano de Hall (21 puntos). Nunca pudo el Barça ponerse por delante en el marcador y cuando tuvo la ocasión de estrechar diferencias, ocurrieron cosas extrañas, al margen del arbitraje desconcertante del trío que compareció en el Palau, que no contentó a nadie. La acción más llamativa sucedió, en uno de los escasos momentos de furia azulgrana, cuando Kalinic, que había acertado tres de sus cinco tiros triples, intentó uno más para poner a su equipo a tres puntos, y la pelota se le deslizó hacia atrás cuando armaba el tiro.
Una desgracia más, de tantas, que llevaron al Barcelona a su primera derrota en su cancha.
Olympiacos, 56 – Valencia, 63
El Valencia completó una defensa descomunal para desmontar al Olympiacos en El Pireo (56-63), en un partido de escasa anotación, y no tanto por los porcentajes de tiro, que se mantuvieron en números aparentemente normales, sino porque ninguno de los dos equipos consiguió buenas situaciones para anotar. Correr estaba prohibido y se planeaban movimientos de ajedrez para liberar espacios de tiro. La sangre fría de Jovic, Jones o Davies sirvió para que el partido se inclinara para el equipo español.
Después de la máxima igualdad en el primer cuarto (15-14), el equilibrio se rompió en el segundo, cuando Alex Mumbrú metió el turbo, tanto en el aspecto defensivo como en el atacante. Dejó secó al Olympiacos con solo 11 puntos y se disparó hasta los 21 de anotación propia. Se disparó, sí, porque, aunque pueda sonar exagerado con una anotación que no es nada del otro mundo, sí que lo parecía en un choque en el que acertar en la canasta contraria parecía todo un éxito. Ese 11-21 iba a condicionar el resto del partido, porque en el tercer cuarto se volvió a una anotación de infantiles (12-12) y otra vez esa máxima igualdad que únicamente se rompió durante diez minutos.
Apretó el equipo griego en el final del partido. Aunque Davies mantenía su sangre fría como metrónomo valenciano, y pese a que la diferencia se mantenía alrededor de los diez puntos, llegó a reducirse a solo cinco a 2:41. Sin embargo, la buena defensa del Valencia siguió funcionando, y aunque la ventaja se quedó en cuatro con 12 segundos por delante, el balón pertenecía a los de Mumbrú, que pusieron la guinda con un triple sobre la bocina.
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