La tasa de deuda pública continúa su camino descendiente y se apunta una nueva marca: en septiembre se situó en el 109,9% del PIB, cerca del nuevo objetivo del Gobierno del 108,1%0% para el conjunto del año. En volumen, sin embargo, el recorrido sigue siendo el opuesto: los compromisos financieros del conjunto de las Administraciones engordaron hasta un récord de 1,57 billones de euros —un 0,9% con respecto al mes de agosto y un 4,8% comparado con septiembre de 2022—. Es más, en el tercer trimestre del ejercicio registraron el mayor repunte en términos absolutos desde antes de la pandemia, según los últimos datos adelantados del Banco de España, publicados este viernes.
La tendencia es clara. Por un lado, la ratio de deuda sobre el PIB se va desinflando por el efecto denominador: la economía crece y, al ser el denominador de la ecuación, reduce la tasa de deuda. Por el otro, las nuevas necesidades de financiación, en un entorno que sigue deteriorado por el impacto de la guerra, la inflación y una desaceleración generalizada a nivel internacional, disparan el volumen de obligaciones al alza, cuyo tamaño total bate récord trimestre tras trimestre.
El avance mensual del supervisor publicado este viernes indica que la deuda de la Seguridad Social fue la que más creció en términos interanuales en septiembre, un 7% hasta los 106.000 millones de euros. La del Estado, que alcanzó los 1,41 billones de euros, escaló un 6,3% interanual en comparación con el mismo mes del año pasado. También aumentó el pasivo de las entidades territoriales: un 1,7% en el caso de las comunidades autónomas (320.000 millones) y un 2,3% las corporaciones locales (23.000 millones).
Durante la pandemia, el ingente aumento del gasto público y la caída en picado de la actividad dispararon la ratio deuda/PIB hasta cotas inéditas en tiempos de paz, por encima del 120%. Este indicador mide mejor la salud de las finanzas públicas que el volumen total de pasivo, que por sí solo no calibra si las cuentas son sostenibles. Desde finales de 2021, controlada la urgencia sanitaria y asentada la recuperación, la tasa empezó a moderarse. En el primer semestre de este año ya había retrocedido hasta el 111,2%, un resultado que fue además mejorado tras una primera estimación por la revisión al alza de la economía española que realizó el Instituto Nacional de Estadística (INE) en septiembre.
El resultado conocido este viernes, aunque se trate de un avance, es un aval más a los objetivos del Gobierno, que han sido corregidos a la baja después de conocerse los resultados del primer semestre del año. “La buena marcha de la economía permitirá anticipar el objetivo de deuda, situándola por debajo del 110% del PIB en 2023″, recoge el Plan Presupuestario que el Ejecutivo envió a Bruselas a mediados de octubre. “En 2023 la deuda continuará la senda descendente que se venía observando desde 2021, prolongándose esta tendencia en 2024. Cabe destacar que la positiva evolución de la economía española permitirá anticipar el objetivo de deuda previsto para 2024 en el último Programa de Estabilidad, situándola por debajo del 110% del PIB a cierre de 2023. Se espera que se reduzca así la ratio deuda PIB en 2024 un total de aproximadamente 14 puntos de PIB respecto a su valor en 2020, hasta situarse en el 106,3 por ciento del PIB″, según el plan.
En concreto, el documento señala que la tasa de deuda prevista para este año es del 108,1%, lo que supone una reducción de 3,5 puntos porcentuales con respecto al año anterior y de 3,2 en comparación con las previsiones que el Ejecutivo tenía a inicio de año (111,9%). También quita algo de presión a España: aunque siga perteneciendo al club de los países comunitarios más endeudados, su ratio de deuda ya es inferior a la de Francia, una de las economías europeas más grandes e influyentes del bloque, que está en primera línea en las negociaciones de la reforma de las reglas fiscales europeas.
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