¿Puede Turquía convertirse en la China de Europa? | Si lo hubiera sabido | Economía

¿Puede Turquía convertirse en la China de Europa? | Si lo hubiera sabido | Economía

Durante años Turquía ha tenido todas las trazas de convertirse en la locomotora de la economía mundial. Entre 2001 y 2018, creció a una media anual de casi el 5,5%, según datos del Banco Mundial. Durante ese tiempo las inversiones extranjeras no paraban de llegar a Turquía. ¿El resultado? Un explosivo y expansivo proceso de industrialización y modernización.

Por momentos, Turquía parecía preparada para convertirse en la particular China de Europa, una especie de modelo adaptado. Por ejemplo, durante las dos primeras décadas del siglo la producción de automóviles en este país se multiplicó por más de 6, hasta superar los 1,7 millones de vehículos anuales. Parecía la respuesta de la industria al papel catapulta del Estado, que financiaba la construcción de infraestructuras como carreteras, puertos marítimos y aeropuertos (el de Estambul, inaugurado en 2018, se convertía en el más grande y moderno de Europa) para mejorar la interconexión en el estratégico territorio turco y con sus vecinos regionales. Y, gracias a ese sustento de ingeniería y tecnológico, pensaban sus dirigentes, el país otomano podría mantener una influencia sobre Medio Oriente, el Cáucaso, los Balcanes y el Mar Negro.

Ventajas de partida

La geografía y la geopolítica hacían el resto: por un lado, los estrechos del Bósforo y Dardanelos, con una ubicación privilegiada, constituyen una torre-vigía sobre las relaciones comerciales internacionales; por otro, el país tiene presencia –en algún caso, incluso fundacional – en instituciones como las Naciones Unidas, el Consejo de Europa, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el G20, la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y es un aliado estratégico de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

El aperturismo de la economía turca, las facilidades que ofrecía el gobierno de Erdogan y los relativamente reducidos salarios permitieron al aparato productivo crecer a una buena velocidad durante muchos años

El aperturismo de la economía turca, las facilidades que ofrecía el gobierno y los relativamente reducidos salarios permitieron al aparato productivo crecer a una buena velocidad. Por si fuera poco, la tasa de inversión anual, lo que se conoce como formación bruta de capital, es decir, los recursos que el país destina cada año a comprar o producir máquinas y levantar fábricas y edificios, alcanzó el 35% del PIB en 2022, un nivel que supera al de países teóricamente más rodados como España (21%) o Alemania (25%).

Frenazo y punto muerto

La transformación de Turquía fue el resultado de un enorme plan de reformas liderado por Recep Tayyip Erdoğan. Además de potenciar las infraestructuras, el actual presidente promovió la apertura comercial, la privatización de muchas empresas públicas y el acercamiento a la Unión Europea. Gracias a ello, a lo largo y ancho del país surgieron nuevos equipamientos, todo tipo de instalaciones pensadas para hacer de Turquía un país moderno y avanzado.

De esta forma, las dos primeras décadas del siglo XXI fueron los años dorados de lo que muchos analistas empezaron a conocer como el milagro turco. Sin embargo, al mismo tiempo que la economía crecía, también surgieron algunos importantes desequilibrios que terminaron por hacer descarrilar todo el proceso.

Desequilibrios y crisis

La inversión se financiaba en gran medida con deuda externa, muchos de los faraónicos proyectos públicos que se pusieron en marcha no fueron rentables y el presidente apostó por presionar al banco central para que redujera los tipos en la medida de lo posible.

Hablamos de un proceso que contribuyó a generar un cóctel tan explosivo, que entre 2016 y 2018 la lira comenzó a desplomarse. Desde entonces, ha perdido más del 95% de su valor. Solo en 2020, la depreciación de la moneda turca respecto al dólar fue de casi el 40% en los primeros diez meses del año. El colapso de la lira y el aumento del gasto público a consecuencia de las políticas expansivas de Erdogan alimentaron la inflación, la huida de capitales y destruyó una parte sustancial de los ahorros de la sociedad turca. Junto a todo ello, los problemas financieros empezaron a convertirse también en problemas económicos. La credibilidad del banco central turco ya no es lo que era.

En 2018 la lira turca comenzó a desplomarse. Desde entonces, ha perdido más del 95% de su valor. Solo en 2020, la depreciación de la moneda turca respecto al dólar fue de casi el 40% en los primeros diez meses del año

El IPC ha sido una de las mayores complicaciones con las que el gobierno turco ha debido de lidiar estos últimos años. Desde 2017, la tasa de inflación de Turquía se ha mantenido constantemente alta. Tras los meses de confinamiento, alcanzó un máximo histórico del 19,60% en 2021. Pero no era más que un falso techo: se vería incrementado hasta el 64,27% en diciembre de 2022.

En la calle se nota, y mucho, el diametral cambio. Los artículos de importación y los de primera necesidad son más caros a consecuencia de la depreciación de la lira. Es decir, el nivel de vida del ciudadano de a pie ha vuelto al de finales del siglo pasado. Se ha convertido en una gesta cubrir necesidades como la alimentación y la salud, elementos decisivos del IPC: en febrero de este año alcanzaban el 69,33% y el 70,08% respectivamente. (datos del Instrumento de Apoyo Técnico de la Comisión Europea, TSI, 2023).

¿Una nueva versión del milagro?

Sin embargo, ahora el gobierno parece dispuesto a dar un nuevo volantazo a su política económica. Si lo consigue, Turquía lo tiene todo para volver a brillar: una población joven y relativamente bien formada, unas infraestructuras razonables, un enclave privilegiado y mucha competitividad salarial. Por ahora, el valor de mercado en dólares estadounidenses de la principal bolsa del país se ha duplicado en el último año.

Y eso ha hecho que nos hagamos unas cuantas preguntas: ¿Hasta dónde llega el potencial turco? ¿Está dispuesto realmente Erdoğan a girar de nuevo el timón hacia la dirección correcta? ¿Se podrá replicar el milagro turco? En este nuevo vídeo de Si lo hubiera sabido te contamos todos los detalles.

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